Me ha sorprendido gratamente la actitud del hermano de un amigo mío, un chaval de veintipico que ha estudiado Cine y de momento trabaja de acomodador mientras colabora en cortos. -“¿Por qué no te haces crítico?”-, le pregunté. -“Ya lo fui”- me respondió, -“pero no estaba a gusto criticando el trabajo de otros porque sé el esfuerzo que supone crear. No me siento quien para criticar ni menos para despedazar, como hacen algunos”.

    Me dejó pensativa. Quizás el verdadero creador no se rebaja a criticar sino que observa y aprende de lo que considera fallos en los demás para no caer en ellos y diseñar mentalmente los noes de su obra maestra, tal y como Bach se fijó en Vivaldi para escribir sus “Conciertos de Brandeburgo” dotándoles de mayor gravedad arquitectónica que el ligero y romántico italiano. Aunque Vivaldi le gana en expresividad; Bach a veces es un tanto monolítico. (Ya me salió la vena crítica. Nunca seré Bach).