Misión mar Báltico

Veía la escarapela del Ejército del Aire español saltando como un pequeño sol juguetón al lado del verdadero Sol.

— ¡Libre, soy libre! Nunca he sido tan libre, compañera. El cielo completamente despejado y luminoso como el verano más exuberante, en octubre y sobre el Báltico.
— Qué apasionado eres, Fran. ¿Cuántos vuelos de reconocimiento llevamos ya?
— ¡Nunca me va dejar de sorprender un despegue ski-jump… y el aterrizaje vertical! En cuanto al reconocimiento, más vale prevenir… ¡Y este tiempo maravilloso…!
—… complica las cosas. El cielo se confunde demasiado con el mar.
— ¿No preferirás una tormenta con cizalladura? ¡Jajaja!
— Era mi día libre y aquí estamos.
— En el ejército… en un Harrier moderno cada uno… ¡y ante el gran azul!
— Encanto… el Harrier es como sentarse en una pelota. A ver si no nos caen más incursiones ni AIRPROX ni nos vuelven a hackear el control de tráfico aéreo sueco.
— No saben que estamos aquí.
— Hombre, a esta no-velocidad aparecemos en un radar, seguro. Tienes un SEL-CAL muy bonito y un día te van a llamar para que les lleves pizza.
— Ja, ja… cierra la escotilla, que estás glacial y nos van a llamar de abajo.
—Me encanta cuando te concentras,  frunces los labios como el monederito de mi abuela. ¡Señor, sí, Señor!

– PRYFLY A HOTEL 1 Y HOTEL 2. CONFIRMEN CANAL OCHO COMA TRES TRES.
– HOTEL 1 A PRYFLY. CONFIRMO CANAL OCHO COMA TRES TRES.
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– PRYFLY A HOTEL 1 Y HOTEL 2. MANTENGAN ESTA FRECUENCIA, NOTIFIQUEN TRÁNSITO Y NO SUPEREN 400 NUDOS.
– HOTEL 1 A PRYFLY. CONFIRMO CANAL. NINGÚN TRÁNSITO NOTIFICADO. WILCO VELOCIDAD.
– HOTEL 2 A PRYFLY. CONFIRMO CANAL. NINGÚN TRÁNSITO NOTIFICADO. WILCO VELOCIDAD.


      Nos separamos siguiendo los procedimientos; viraje corto, uno al este y otro al oeste.  Abajo quedaba el perfil majestuoso del portaaviones Fran Carlos I sobre el Báltico. “Verdaderamente es un día glorioso, un buen presagio”, pensé. Gafe…

— Fran, aquí hay pájaros.
— Bah, no son una bandada y están que tocan el agua, Lola, por favor… la luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul…
— Me han puesto con García Lorca.
— Es de Espronceda. Y a mí me han puesto con Terminator. Y lo que nos reímos.
— Pues… ese pájaro es muy gordo. Es una embarcación de recreo. ¿Qué hace una embarcación de recreo canija en alta mar?
— Lanzar destellos como una descosida. Dice… S…O…S! Ya me parecía que brillaba mucho el mar. Voy a bajar.
— OK. ¡Ahí va, una bengala roja! ¡Qué vista tienes, Lola!

– HOTEL 2 A PRYFLY. AVISTAMIENTO MAYDAY, MAYDAY. SOLICITO REMOLQUE, ESCOLTAMOS VELERO A LA DERIVA. 
– PREFLY A HOTEL 2. MAYDAY RECIBIDO. TRASMITA LOCALIZACIÓN MAYDAY. RESPONDA MAYDAY.
– HOTEL 2 A PREFLY. RECIBIDA SEÑAL GPS 60° N 38′ LATITUD Y 20° LONGITUD. REPITO: 60° N 38′ LATITUD Y 20 ° LONGITUD SOLICITAMOS REMOLQUE MAYDAY.
– PREFLY A HOTEL 2. AUTORIZADO REMOLQUE MAYDAY 60° N 38′ LATITUD Y 20° LONGITUD. AVISTADO.

— Bajo para ver mejor, ¿OK? A tus 3. ‘MALIZIA II’. ¿De qué me suena a mí ese nombre? Tendrá dos metros de eslora mal contados. Hay una chica dando saltos. No será…
— Ahora resulta que conoces a todas las chicas del Báltico.
— ¡Lola, es la del cambio climático!
— ¿Qué? ¿Quién?
— ¿Te has pasado el verano en una cueva? Ha salido en todos los medios y redes sociales.
— De hecho he estado en Afganistán, que está lleno de cuevas.
— La gente no sabe la vida que llevamos… no he dicho nada. Ya te enterarás.
— Ya llega el bote de rescate. Si acabamos de despegar. No damos puntada sin hilo… qué emoción, a lo mejor nos dan una medalla. A mis peques les haría ilusión.
— Con tenerte a ti ya tienen bastante. Lo digo en serio.

Recuerdo que miré el perfil apolíneo de Fran recortado en la distancia y suspiré. “Basta, que una no es de piedra y soy militar profesional”, pensé.

      El bote motor naranja fluorescente se aproximó al velero y una tripulación de dos hombres y una mujer en chaleco salvavidas hicieron un anuncio con un megáfono antes de subirse a la cubierta. Portaban mantas, víveres, termos y una camilla.

— ¡No se puede ser más rápido! Tanto entrenamiento sirve para algo. ¡Viva, viva! Me alegro de estar aquí hoy.
Fran sonreía resplandeciente en su cabina, lo sabía aunque no podía verlo.

– YOUR ATTENTION, PLEASE. YOU ARE ABOUT TO BE RESCUED. KEEP CALM. WE ARE GOING TO GO ON BOARD. VOTRE ATTENTION, S’IL VOUS PLAÎT. VOUS ÊTES SUR LE POINT D’ÊTRE SAUVÉ. RESTEZ CALME. NOUS ALLONS MONTER À BORD.

—Mira, ya han subido a cubierta y la envuelven con una manta. La bajan por la escalerilla y se la llevan. Lleva trenzas, como Pippi Langstrum.
— Ya, ya. Pues ha sido un reconocimiento fructífero. ¡Bravo!
— ¿Qué le pasa al velero?
— O tiene una vía o se le han roto los estays… o no sabe navegar. ¿Qué hace una chica sola en un velero?
— Eso digo yo.

– HOTEL 1 A PREFLY. FIN DE MAYDAY. RESCATE OK.
– PREFLY A HOTEL 1. FIN DE MAYDAY RECIBIDO. FELICIDADES CHICOS.
– HOTEL 1 A PREFLY, GRACIAS. ESCOLTAMOS RESCATE. SOLICITAMOS PISTA PARA ATERRIZAR.
– PREFLY A HOTEL 1, AUTORIZADA PISTA 1A y 1B.
— Mama, I’m coming home… qué maravilla, hemos salvado a alguien y ahora a descansar. No me vayas a sopletear con tu estela, ¿eh?… Nadador a tu calle…
Pero ahora estás muy callado, Fran. Sal de tu zona de confort, todo lo que te gusta está al otro lado del miedo… jajaja.
—Es un tema complicado. El cambio climático… los activistas… y la aviación es mi vida.
—La tecnología avanza, Fran. Todo se adaptará y seguiremos progresando y solucionando los problemas.
—No lo tengo tan claro. La vehemencia de los jóvenes lo ve todo en blanco y negro, la sociedad parece que va hacia donde le digan en ese momento, a veces para iluminarnos, pero también para saltar precipicios o provocar linchamientos. Tenemos mucho que aprender de la mirada inocente de los más jóvenes, enfrascados como estamos en ser eficientes y perdiendo de vista la imagen completa y lo verdaderamente importante, pero es fácil juzgar desde una posición de privilegio. Porque tenerlo todo dado sin tener que ganárselo como sus padres es una posición de privilegio. Ahora dicen que volar da vergüenza. Tengo sentimientos encontrados.
— Verdaderamente eres un poeta, Fran. Tú no te preocupes que vas a seguir volando… ¡estás a punto de hacerme llorar!
—Cristo también salvó a Judas. Es emocionante.
— Estás como una cabra, Fran. Pero tienes razón. La verdad es que siempre tienes razón.
—  Claro que sí. Qué suerte has tenido.
— TERRAIN, ALERT.
— ¡“Por qué no te callas”, que estamos aterrizando! Los Harrier tienen estas cosas. Tengo un Passat que si no te pones el cinturón nada más subirte al coche pita.

– HOTEL 1 A PREFLY, SOLICITO 100 METROS FINAL
– PREFLY A HOTEL 1, AUTORIZADO A APROXIMACIÓN PISTA 1A
– ROGER; RECIBIDO, GRACIAS.

– PREFLY A HOTEL 2, MANTENGA HASTA APROXIMACIÓN HOTEL 1 TERMINADA.
– Ni Madrid Barajas, oiga.
– PREFLY A HOTEL 2… TE ESTOY OYENDO LOLA. LIBERE LA FRECUENCIA. (Jijiji).
– HOTEL 2 A PREFLY… WILCO. (Ni un refresco me dais…).

—Preparados para el tirón…
(Ruido ensordecedor y de motores desconectándose)

— Chimpón. Tengo las piernas como dos flanes, voy andando sobre muelles, como siempre. No sé cómo lo haces, Fran, pareces un bailarín y yo aquí rebotando por el suelo. ¿Pero qué hace la gente? Están que se meten en la pista. La chica está en cubierta con el bote. Sí que debe de ser famosa.
— Sí, hizo una huelga delante del parlamento sueco y la invitaron a hablar ante la ONU. Les echó una buena bronca por no haber hecho “nada” frente al cambio climático. Sus padres son activistas…
— Acabáramos. Le han comido el coco.
— Mejor que desentenderse, ¿no crees? La verdad es que las temperaturas de este otoño no han sido normales. Algo habrá que hacer.
— Sí, dejar de fabricarlo todo en Asia por unos pocos céntimos la unidad. Qué gestión de residuos van a tener… tirarlo todo al río, que luego va al mar. Y quemar los tóxicos en cantidades industriales para el planeta entero. Una barbaridad. Lo llevo diciendo desde que todo se empezó a fabricar allí. Y usan contenedores que van en buques descomunales. Y sobre todo es por el consumismo masivo, la electricidad y la construcción. El transporte aéreo poco tiene que ver con todo eso.
       Un helicóptero sobrevolaba nuestras cabezas. En el lateral grandes letras rojas decían “BILD”. Para ser un helicóptero estaba excepcionalmente lleno.

— ¿Eso no es una revista alemana? ¿Qué es esto? ¡Van a aterrizar! ¿Tienen autorización?
— Van escoltados por un avión alemán de la OTAN. Entiendo que han informado de nuestra posición, han visto nuestro regreso y han preguntado el motivo. O les ha llamado ella, quién sabe. A lo mejor todo es una maniobra publicitaria.
— Pues como sea una maniobra publicitaria espero que les caiga un buen paquete. El ejército español no está para jueguecitos. 
— No creo…

      Un grupo de periodistas se acercó a la pista tras el aterrizaje del helicóptero. Nos sacaron fotos a Fran y a mí. Nos separaron y nos hicieron preguntas. Yo me puse nerviosa porque con lo bromista que soy y aunque en el ejército estoy como pez en el agua, no me fiaba de no meter la pata revelando datos sensibles o de que no sacaran un titular, si no malintencionado, sí sensacionalista. No tenía ni idea de qué pie cojeaba esa revista. Miré a Fran compungida, no concedí preguntas y me abrí paso a grandes zancadas, casi a trompicones. Fran subió el pulgar y yo respiré aliviada. “Te debo una”, me dije mentalmente mientras me dirigía al puente de mando.

      Llegaron más helicópteros y me imaginé lo que habría sido estar en el infierno de la guerra de Vietnam. Más prensa internacional, parecía sueca. Yo no lo sabía pero esas mujeres gemelas que me sorprendieron son periodistas famosas.

      El capitán Navarro bajó del puente de mando y me dio la mano a mí, a Lola, y un abrazo. Entonces me di cuenta de la magnitud de todo y no sabía qué decir. “Solo cumplí con mi deber, Señor”. Un maremágnum me acabó arrastrando y los periodistas de Televisión Española me asaetearon a preguntas: “Solo ha sido un paseo por el cielo azul”. “Sí, la vigilancia de la OTAN es útil; a veces hay incursiones, la Unión Europea merece protección, hay piratería y hay rescates”. “No, no ha sido nada, un reconocimiento rutinario. Somos una fuerza preventiva”. “No, no había oído hablar de ella. Sí, de verdad”. “Es una cicatriz de Afganistán. No, no nos atacaron, estaba abriendo una lata de aceite de motor solidificado con un abrelatas y me corté”. “Sí, llevo una chapa identificativa”. “Sí, en el ejército español desde hace 12 años”. “Casada con hijos pequeños, gemelos”. “Bueno, sí, fui yo quien vio los destellos”. “Una luz LED”. “No están claros los motivos, quizá el personal militar del bote ha visto algo. Tenemos un anestesiólogo al que le gusta navegar a vela, le pueden pregunt… no, no es lo mismo que un anestesista, son estudios superiores que…”.

Y entonces se cruzaron nuestras miradas. Los ojos de la chica rescatada eran lagunas de intensidad, casi como un animal herido. El personal de rescate le había tomado las constantes vitales y sus caras de satisfacción reflejaban que todo era normal. Si físicamente estaba bien y no parecía asustada, ¿qué era lo que estaba viendo? Debajo de unas trencitas de muñeca parecía…  avergonzada. ¿Avergonzada? pero… sí, yo soy buena en leer las expresiones de la gente. Por eso había estado impartiendo un curso en Afganistán sobre cómo detectar cuándo mienten en interrogatorios. No tenía la menor duda: era vergüenza. Sería tímida… ¿tímida y sola en medio del océano? Algo no me cuadraba pero no sabía por qué.

      La prensa seguía llegando al portaaviones en helicóptero; esta vez era Antena 3. Me gustó reconocer a la locutora de las noticias; al fin y al cabo no estaba tan desconectada del mundo.

      En cuanto los paramédicos dieron el visto bueno los medios se acercaron en masa a interrogar a la chica; los primeros, las gemelas de la televisión sueca. Vi en el revés de una cámara su cara de avergonzada perplejidad. La gente se agolpaba, un bosque de brazos blandiendo micrófonos y grabadoras se agitaba con el viento invisible de la expectación por oír sus primeras palabras. Los sanitarios la miraron y le hicieron un gesto con las manos extendidas, las palmas hacia abajo, como diciendo: calma, solo si quieres contestar. Ella me volvió a mirar a mí y se dio cuenta de que podía leer su batalla interior; esa chica tenía por lo menos mi nivel de percepción. No tenía ni idea de quién era, pero tenía claro que sentía las cosas con una intensidad fuera de lo común. Pensé que no debería estar ahí, una chica tan joven y aniñada que parecía cargar con el peso del mundo sobre sus hombros. Le dieron una toalla mojada con la que se refrescó la cara, pero seguía sin decir nada.

      Fran llegó entre el enjambre humano y las palmadas en la espalda de los soldados. Los fotógrafos se cebaron con su porte versallesco y yo me zafé aliviada pensando que no me gustaba nada la fama, aunque alguna vez la hubiera envidiado. ¿Y la chica? Quise llevármela de allí, quise rescatarla por segunda vez. Pero la joven recuperó la compostura y llamó a la prensa, que hasta entonces se había medio mantenido a una distancia prudencial instada por un cordón sanitario-militar. El movimiento de la gente fue como observar la ondulación de un tsunami en busca de una exclusiva. Creía que los medios de comunicación tradicionales estaban de capa caída, no que tuvieran helicópteros para mandar al centro del Báltico. Obviamente estaba equivocada.

      La chica abrió la boca por fin y dijo sobre lo que parecían todos los micrófonos del mundo:

“Planes save”. Los aviones salvan.

Me miró con agradecimiento. Fui a abrazarla.

“PLANES SAVE!” Gritó sin tapujos sobre las crónicas en directo, los teléfonos publicando vídeos en redes sociales, twiteos y retuiteos y trending topics y todos los ojos del mundo mirando y oídos escuchando.

“PLANES SAVE”, repitió ese desconocido ángel furioso, y se marchó sin conceder más preguntas.

No entendía muy bien el alcance de lo que acababa de presenciar, pero sabía que era importante.

Fran contenía las lágrimas, sentado en el suelo detrás de las cámaras.

                                                                                                                              


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