Al gusto de Mortier; con eso está todo dicho. El enfant terrible de la ópera actual recomienda a los puristas que no vayan a ver esta obra, pero Verdi dijo que nunca se cansaría de Macbeth. Bajo la impecable dirección musical de Teodor Currentzis, el joven director de escena Dmitri Tcherniakov ha creado un montaje que hará las delicias de los amantes de la más rabiosa modernidad y descolocará a quienes acudan en pos de la leyenda de Shakespeare. Se hace cuando menos curioso ver a Macbeth en un entorno tan italiano y tan moderno, semejante a las escenas de la película ‘El Padrino’, y que los designios del averno sean un mapa de Google maps. Pero la inmensidad de una música que conmueve hasta el tuétano hace que casi no importe ver a Duncan convertido en “Duncano” con bigote y traje, bebido, rodeando con su brazo a un amigote y siendo abordado por los transeúntes de una calle, en lugar de a un pelirrojo vestido con un lujoso tartán perdido en un brumoso bosque escocés al que se le aparecen unas brujas.

        La partitura es fiel al espíritu shakesperiano y recoge, tormentosa, la tremenda historia de traición y ambición, pero olvídense de Escocia en su frontera con Inglaterra a mediados del siglo XI. La sonoridad de timbales y bombos sirve de base al barítono griego Dimitris Tiliakos para el personaje de Macbeth (pronúnciese Macbéth), perfecto para el intenso y violento personaje por su profunda voz. La soprano Violeta Urmana es la pérfida Lady Macbeth, quizá no tan pérfida como cabría esperar por su tono brillante y vibrante; los bajos rusos Dmitry Ulianov (Banco) y Yuri Kissin (médico / sirviente) dan correcta réplica y los tenores italianos Stefano Secco (Macduff) y Alfredo Nigro (Malcolm) completan el reparto, junto a la mezzosoprano Marifé Nogales (Dama de Lady Macbeth) y los cantantes María Dolores Coll, Rafaelle Pisani y Celia Martos Nieto. El Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo) interpreta, según el propio Verdi, el tercer papel protagonista de la ópera, tras el de Macbeth y su esposa. Lo acompaña la sobresaliente Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid), que ya abordó esta obra en 2004 y por la que ya vale la pena tamaño espectáculo.

        La ópera ‘Macbeth’ de 2012 es un disfrute sobrecogedor tanto por sus enfatizados bajos como por sus acertados silencios y susurros. Esta interpretación cuenta con algunos de los mejores artistas a quienes escucharse pueda y tan solo cabría volver a los orígenes, a saber: que la dirección artística no desvirtuara, mediante la moda de dar originalísimos giros, una trama que ya brilla con oscuridad abisal.