Querido Nick,

No queda tiempo para la poesía
cuando has de estar lavando champiñones
como hermosos globos oculares
y recortándolos à la Buñuel en ‘Viridiana’
(era en ‘El Perro Andaluz’, me he equivocado).
No se escriben al momento elegías
por el amigo caído sin azúcar
no es muerte dulce, más bien su polo opuesto
una diabetes mal llevada y un desmayo.

Las escaleras que yo tanto te admiraba
de caracol, de artista parisino
acabaron contigo, sin razones,
sin tan siquiera haber probado el vino. La vida sigue,
hay revueltas, amenazas nucleares; son más interesantes
aunque no tengan nombre ni apellidos.

Eras pintor, músico, profesor, tan permanentemente sorprendido.
Unos son “novios de la muerte”; tú de la música, del arte y de la vida.
Pero no cedamos al dolor; tan solo al poso de melancolía…
Vuelvo a mis champiñones.


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