Nina Hagen predica en clave de Blues

 El mito del punk sorprende en su único concierto en España

 

    Nina Hagen, madre del punk y activista socialdemócrata, siempre ha sido todo un personaje. En el escenario de Puerta del Ángel, en el marco de los Veranos de la Villa, la artista berlinesa aparece ataviada con un tocado de plumas verdes, una camiseta en la que puede leerse “Daddy’s girl” y mallas negras con falda, a medio camino entre Amy Winehouse, cabaretera del casino de Torrelodones y Cruella DeVille. Se come el escenario con su vis cómica y, entre pañuelo y pañuelo (está algo resfriada), arranca el concierto con un vozarrón de bluesman en la versión Nina de ‘Personal Jesus’. El medio aforo de público disfruta. Abundan los “beautiful freaks” y los entendidos: dos travestis espectaculares, góticos estilosos; reconozco a dos músicos de estudio y tengo a Paco Clavel delante. El show promete. Al himno de Depeche Mode le sigue ‘Riders on the Storm’ y, viendo a Nina lanzar las patas por alto, creo que Jim Morrison estaría orgulloso.

    El concierto toma derroteros de blues rock con mensaje gospel y se mantiene ahí; Nina ha estado en el lado oscuro y se empeña en llevarnos de la mano a Dios. “God Radar is fixed on you”, berrea con aires country. “This is a hot shack” canta, mejor que Joe Cocker y Miles Davis juntos, pero sigo atónita porque pese a haber leído sobre su mensaje mesiánico me esperaba más punk rock alemán.
“Scheisse!”, maldice de vez en cuando a alguno de sus fabulosos músicos (la razón es un misterio, son perfectos). También al ventilador, que mueve su melena leonina pero le hace lagrimear. Markus Watkins, el guitarrista, es un descubrimiento. Nina se acelera y mete en la batidora sonidos ska, Kraftwerk, lo que sea: ‘Smack Jack’, Elvis, Seal y su genial ‘Killer’; ‘Atomic Flash’, ‘Amazing Grace’, ‘Oh when the Saints go marchin’ in’ y ‘The Lilly of the Valley’, que suena exactamente como “En la casa de Pepito…”.

    “Say no to weapons!” (Di no a las armas), vocifera. “Cuando mi hijo iba al colegio en América me hice amiga de los negros… Aprendí mucho de ellos y de sus canciones recuerdo de los tiempos de esclavitud”. Y se pone a rapear. Menos mal que cierra el espectáculo con algunas canciones de sus tiempos Schlager-punk y una gran versión de ‘My Way’ a lo Sid Vicious. Todos contentos; tan sólo eché en falta la canción de Rammstein que ella convierte en relato de terror alrededor de la hoguera, ‘Seemann’.

    Incluso ahora que lanza a voz en grito mensajes sobre “Jesús nuestro Señor” e insta a los drogadictos a pedir ayuda, Nina divierte con su estilo único e irreverente y, por supuesto, canta con esa voz cavernosa que hace temblar hasta la médula.


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